La saturación de emails que recibimos hace que el poco tiempo que dedicamos a leerlos sea muy selectivo. Es decir, de entre la cantidad de emails que recibimos cada día, tenderemos a prestar atención a aquellos que:
– Transmitan información relevante en ese momento concreto.
– Provengan de un remitente reconocido y reconocible.
– Las experiencias de interacción con los emails enviados previamente por el remitente hayan sido positivas.
Un segundo elemento a tener en cuenta es que, a diferencia de lo que sucede cuando un usuario accede a una página web, en la que está buscando la información, en el email el mensaje le llega si ser esperado. La principal implicación de este hecho es que debemos cuidar mucho la creatividad y el diseño para lograr atraer y mantener la atención del usuario. En un sitio web el interés por los contenidos buscados puede compensar una mala experiencia de navegación. En un emailing el usuario no espera nuestro mensaje, por lo que tendrá que ser preciso y eficaz a la hora de atraer su atención.
Cada diseñador puede aportar su inventiva y experiencia a la hora de crear un emailing, en este sentido no existen límites de creatividad. Sin embargo, exponemos aquí 3 reglas básicas cuyo seguimiento aportará coherencia, facilidad de lectura e interacción en los contenidos.
1. Alineación con la marca.
En el caso del emailing, la gestión de la imagen de marca merece una consideración especial. La percepción que tiene un usuario al mirar un email es parte de la imagen que la marca se construye sobre sí misma. Es inevitable que el internauta perciba una determinada representación de la compañía al interactuar con los e-mails que recibe de ésta. Mantener una imagen de marca consistente en todos los canales es primordial para generar confianza en el usuario. Los colores, tipografías y copies del email deben ser fácilmente identificables con la presencia de la marca en otros canales, tanto digitales como off line.
2. Jerarquía en los contenidos.
Una estructura equilibrada y jerárquica de los contenidos (textos e imágenes) ayudará a su lectura y al reconocimiento de los distintos elementos que conforman el mensaje. Si no mostramos el contenido de forma ordenada, el usuario tendrá dificultades para reconocer y atender a sus partes.
3. Llamadas a la acción.
Es fundamental combinar distintas técnicas para mover al usuario a la acción a lo largo de todo el email. Se pueden utilizar elementos racionales y emotivos, con imágenes y textos, botones, gráficos, etc. Testear estos elementos será clave para mejorar los ratios de click.
“Un email sin llamadas a la acción es como un anzuelo sin cebo”.