La entregabilidad es uno de los aspectos críticos del email marketing y muchas veces uno de los más desconocidos. Multitud de factores influyen en que un email llegue al inbox o termine en la carpeta de correo no deseado. Hemos hablado de ellos en otras ocasiones. Hoy nos centramos en un factor clave: la reputación del remitente.
Los clientes de email ponen trabas a aquellos remitentes desconocidos o con un historial de actividad sospechoso. La reputación irá asociada a un subdominio desde el que enviamos los emails y a la IP desde la que se lanzan. Siempre podremos controlar la buena reputación del subdominio desde el que enviamos, controlando la calidad de las bases de datos a las que enviamos, así como aplicando buenas prácticas a la configuración del mensaje (HTML válido, velocidad lenta de envío, asunto sin palabras sospechosas…). Sin embargo, resulta más difícil comprender como funcionan las IPs de envío. Si tenemos un volumen de envío suficiente podemos acceder a una IP privada y de esta manera ser los únicos responsables de su reputación, aplicando las buenas prácticas de las que tanto hablamos en este blog. Esta sería la situación ideal: un subdominio y una IP de envío exclusiva para una cuenta. En este caso, para construir una buena reputación debemos entender que se requiere un proceso de calentamiento que dura varias semanas. En este periodo, debemos ser especialmente cuidadosos en los envíos para obtener buenos datos de apertura y click y un rebote bajo. Se recomienda, en estos primeros envíos lanzar a BBDD de usuarios activos con las que obtendremos mejores datos. Una vez calentado el subdominio y la IP podemos relajar el nivel de alerta y enviar con normalidad, pero siempre prestando atención a los factores que influyen en la reputación, en definitiva, cumpliendo los requisitos que demandan los clientes de email y como decíamos, las buenas prácticas en email marketing.
Sin embargo, en ocasiones, no disponemos de una IP privada para una única cuenta, sino que por diversos factores (baja frecuencia de envío, bajo volumen, escasez de recursos o tiempo de dedicación…) debemos trabajar con IPs compartidas. En este caso, tenemos un menor control sobre la entregabilidad. Debemos seguir aplicando siempre buenas prácticas que afectarán a la reputación de nuestro subdominio, pero hay factores externos que afectan a la IP desde la que se realizan los envíos. Otras empresas están utilizando estas IPs y su actividad influye en la reputación general de las mismas. Por lo general, las distintas plataformas de envío evitan a los SPAMMERS y controlan que sus clientes que hacen uso de las IP compartidas sigan unas normas que permitan mantener la buena reputación general. Cada plataforma aplica una serie de normas distintas para evitar el daño a sus pools de IPs. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos por parte de la plataforma, algún(os) cliente(s) puede saltarse estas normas puntualmente y enviar de forma muy masiva y poco controlada provocando daños a estas IPs y arrastrando la reputación de otras empresas que sí cuidan la calidad de sus envíos y envian mailings desde ese mismo origen. Cuando esto sucede, las plataformas ponen en marcha los procesos necesarios para restaurar la reputación, pero estos procesos suelen tardar semanas en surtir efecto.
Lo recomendable es utilizar una IP privada siempre que sea posible, para que la reputación dependa tan sólo de nuestra propia actividad. En el caso de utilizar IPs compartidas, debemos checkear periodicamente la salud de estas con herramientas como borderware.com o senderscore.org. Si detectamos incidencias en nuestros envíos (baja apertura respecto a los datos habituales) o alertas en estas herramientas, como en la captura a continuación, debemos reportarlo enseguida a la plataforma para que adopte las medidas necesarias para sanear las IPs.
También resulta práctico disponer de una cuenta en otra plataforma de envíos, para en caso de encontrarnos con este tipo de problemas, poder tener una alternativa para enviar nuestros emailings sin sufrir problemas graves de entregabilidad.